martes, 10 de diciembre de 2013

Monotiti y el submundo...

Lo sé. Si, lo sé. Pero esto no lo puedo dejar pasar. Me supera y se que contándolo y escribiéndolo le restaré importancia, vosotros os descojonareis y yo, seguiré adelante, ... Me prometí a mi misma no escribir una entrada sobre Monotiti y sus monotitadas, pero mi gen de madre desnaturalizada y cruel se ha rebelado y debo soltar lastre ya!.

Monotiti tiene carácter, mucho, a veces se convierte en un ser imposible y tozudo, que reivindica su lugar, ordena y manda. Lo malo es que sabe que tiene poder y lo usa a su antojo. Hace unas semanas, descubrí que había vuelto a las andadas y se comportaba como una niña con gustos poco convencionales. El echo en sí, es que se comporta como los perros callejeros, y recoge todo lo que le viene en gana, aunque concretamente centra su búsqueda y captura en los chicles. Le da igual el sabor o la marca, pero deben tener una especial cualidad o condición "estar pisoteados y masticados hasta el infinito" y si además reúnen negrura y cuesta desincrustarlos del suelo en que se hallen estampados, mejor. Hemos llegado al punto "sin retorno" donde la mentira se apodera de la situación, donde las promesas no se cumplen y donde la extorsión, negociación cruel y el "jujaneo" campan a sus anchas.

En un alarde de generosidad infinita, el otro día, Monotiti recogió del patio de su cole, todos aquellos chicles que encontró y una vez finalizado el recreo y de vuelta a su clase, los repartió entre sus veinticuatro compañeros de clase... Esta mañana encontré otro dentro del chandalito... lavado, planchado y perfectamente doblado... pero con sorpresa, si. 

Mi reacción ha sido muy mala, fatal lo reconozco. He arrastrado a Monotiti que lloraba desconsolada como los bebés de las pelis hasta el colegio, y una vez atravesada la puerta de entrada, cual toro de Mihura, he soltado a grito pelao: "En esta mierrrda de Colegio todos los niños comen chicle y lo tiran al suelo?... (putos)".